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De pronto nos hemos detenido. Es tiempo de confinamiento por la crisis sanitaria del coronavirus que se ha convertido sobre todo en días para el acompañamiento y liderazgo académico desde la distancia, para la vida familiar, el seguimiento de la realidad social, política y económica. Son muchos los que coinciden en que, a pesar del sufrimiento y el dolor, la preocupación por los tuyos, por el futuro…, algo diferente empieza a abrirse. Prueba de ello es ese sentirnos cerca de los otros, ese hacer cosas por los demás…
La lentitud con que transcurre hace aflorar ante nuestra mirada detalles y reflexiones tantas veces arrinconados por las prisas de la vida que nos hemos dado. Ante la ausencia de tantas inercias, ¿sabremos aprovechar este tiempo como una oportunidad personal, pero especialmente como sociedad e, incluso, como civilización?
Quizás ante este forzado confinamiento no tengamos más remedio que entretenernos leyendo, viendo películas y series, realizando tareas atrasadas. Pero no podemos dejar de pensar personal y colectivamente, de plantearnos las cosas verdaderamente importantes, cuestionarnos nuestro estilo de vida. Cuando esta crisis pase debiera mantenerse lo humano que el virus ha despertado, vivir de otra manera, porque así, juntos, lo hemos discernido.